martes, 27 de marzo de 2012

Dámelo, te lo devolveré con creces.

Me intriga toda aquella gente que dice anteponer su felicidad, sus expectativas, sus interesas a los de los demás. No es que lo deteste ni que no lo entienda, pero no comparto esta idea. No os hablo de terrenos profesionales, o sociales, os hablo de lo personal de cada uno. Yo creo que no hay nada más perfecto que compartir algo, en el amor, en la amistad en la familia... Las mayores aportaciones de felicidad en mi vida, no me han sido dadas por algo que yo haya hecho, porque yo me haya sentido realizado. Los estados de felicidad son compartidos, de nada te sirve ser feliz tú solo.
Pero lo mejor de todo, la mayor satisfacción, de sentirte realizado, creo que viene cuando consigues que una persona sea realmente feliz, saber que has conseguido una paz y una sensación perfecta a otra persona. Ver una gran sonrisa, un estado de euforia reflejado en las facciones de su cara y saber que eso es gracias a ti, a una acción a una serie de palabras o a todo un tiempo dedicado a esa persona.
A partir de aquí ya puedo decir que anteponerse a todo lo que puede ser compartido no es un acierto a la larga, creía que mi orgullo era inmenso hasta que me di cuenta de esto, ahora lo que creo es que muchas personas pecan de excesivo orgullo para encontrar una satisfacción propia, efímera y que simplemente les servirá a ellos mismos. Yo prefiero ser feliz, hacerte feliz, haceros felices.

domingo, 18 de marzo de 2012

Sonríe, que ahora llueve

Eres como el tiempo, loco a su manera. Soleado con tu sonrisa, nublado con tu fruncido cejo, frió con tus malos días... Pero a pesar de todo, es necesario que si aprieta el calor después llueva, que si sopla un fuerte viento después llegue una maravillosa calma. Tan perfecta como la naturaleza, atiendes a las necesidades humanas, eres tú la que cubre muchas de mis necesidades, haciendote así indispensable, poco a poco siendo necesaria.

jueves, 1 de marzo de 2012

Chispitas

Abrí los ojos y lo único que veía era mi mano acariciando tu mejilla, tus ojos cerrados y el movimiento de nuestras bocas simultáneo, sin necesidad de un patrón, era un beso maravilloso. Entonces entendí que era un momento especial, sentía tanta ternura y me encontraba tan a gusto que no quería que acabase, cada vez tenía menos aire y a la vez me sentía más bien. En esos momentos piensas que si morir asfixiado puede llegar a ser tan dulce, sin duda en el momento del fin iría a buscarte para morir en tus labios.